La adolescencia normal es una etapa de crísis de identidad, el niño se va a convertir en joven, esto requiere que como padres podamos acompañarlo en varias tareas:
-Fomento de la responsabilidad, rutinas y disciplinas, buenos hábitos y tareas en el hogar. Como padres, hemos de enseñar a nuestros hijos adolescentes a ocuparse bien de sus vidas (tareas académicas, habitación, gestión del dinero y de sus bienes, agenda), pero también de la cooperación en la vida familiar (responsabilidades domésticas compartidas). De este modo, si somos buenos ejemplos para ellos y además les facilitamos los pasos adecuados, dotándoles de herramientas, para que puedan asumir responsabilidades graduales, podrán ser jóvenes autónomos y capaces de gestionar su día a día por si mismos.
-Fomento de empatía, autenticidad y comunicación. Para que los adolescentes puedan entenderse y entender a los demás, es fundamental poderles validar en sus emociones y sentimientos y ayudarles a gestionar sus estados de ánimo (enojo, rabia, culpa, frustración, tristeza, alegría). Los adolescentes necesitan sentirse contenidos, si como padres reaccionamos con miedo, enojo, desesperación o apatía a sus estados, entonces ellos aprenden de nosotros que lo que sienten no está bien o que no se puede regular, esto a largo plazo ocasiona muchos problemas y dificultades para poder ocuparse y reflexionar sobre sus necesidades, deseos y quienes son y como relacionarse con los demás. Que en casa se den pautas sobre convivencia, solidaridad y valores humanos, será también fundamental para que aprendan a empatizar con otros jóvenes y escucharse entre ellos, hacer amigos y socializar, de lo contrario tendrán muchas más dificultades relacionales.
-Es normal que el adolescente atraviese crisis y tenga desencuentros y problemas, como padres hemos de poder ocuparnos, no como amigos, sino como personas adultas que puedan ser un referente para ellos. Si observamos conductas potencialmente peligrosas o destructivas (uso excesivo de redes sociales, problemas con la alimentación o el deporte, consumo de sustancias, malas relaciones de pareja o amigos, sexualidad problemática..), hemos de buscar apoyo profesional y dialogar con ellos. Los adolescentes necesitan sentir que pase lo que pase, estamos ahí para ellos.
-Muy a menudo, los padres pueden tener puntos ciegos con sus hijos, reproduciendo herencias familiares patógenas o traumas. El adulto, ha de ser capaz de revisar como fue para él su propia adolescencia, para evitar reproducir con el hijo, las relaciones traumáticas vividas en su infancia y juventud, sólo de este modo dejará de proyectar en el hijo una mirada conflictiva (exigente, descalificadora, culpabilizadora, hiperprotectora o nula), para mirar con cariño, afecto y respeto.