miércoles, 3 de noviembre de 2021

ACOMPAÑAR EN LA ADOLESCENCIA

La adolescencia normal es una etapa de crísis de identidad, el niño se va a convertir en joven, esto requiere que como padres podamos acompañarlo en varias tareas:

-Fomento de la responsabilidad, rutinas y disciplinas, buenos hábitos y tareas en el hogar. Como padres, hemos de enseñar a nuestros hijos adolescentes a ocuparse bien de sus vidas (tareas académicas, habitación, gestión del dinero y de sus bienes, agenda), pero también de la cooperación en la vida familiar (responsabilidades domésticas compartidas). De este modo, si somos buenos ejemplos para ellos y además les facilitamos los pasos adecuados, dotándoles de herramientas, para que puedan asumir responsabilidades graduales, podrán ser jóvenes autónomos y capaces de gestionar su día a día por si mismos.

-Fomento de empatía, autenticidad y comunicación. Para que los adolescentes puedan entenderse y entender a los demás, es fundamental poderles validar en sus emociones y sentimientos y ayudarles a gestionar sus estados de ánimo (enojo, rabia, culpa, frustración, tristeza, alegría). Los adolescentes necesitan sentirse contenidos, si como padres reaccionamos con miedo, enojo, desesperación o apatía a sus estados, entonces ellos aprenden de nosotros que lo que sienten no está bien o que no se puede regular, esto a largo plazo ocasiona muchos problemas y dificultades para poder ocuparse y reflexionar sobre sus necesidades, deseos y quienes son y como relacionarse con los demás. Que en casa se den pautas sobre convivencia, solidaridad y valores humanos, será también fundamental para que aprendan a empatizar con otros jóvenes y escucharse entre ellos, hacer amigos y socializar, de lo contrario tendrán muchas más dificultades relacionales.


-Reconocerlos adecuadamente y aprender a contar con ellos como "adultos". Los padres tenemos que aprender a tratar de un modo diferente a nuestros hijos, si bien en la infancia somos sus modelos, en la adolescencia pueden tener otros referentes (sobre todo entre los iguales) y ser más críticos y necesitar rebelarse para poder separarse y construir su propia identidad. Nuestros hijos, probablemente, no van a ser como queríamos o necesitábamos, hemos de entender que van a ser como son y que es importante validarles en este camino de consolidación de su identidad (gustos, preferencias, aficiones) para que se sientan seguros, confiados y con una buena autoestima.

-Es normal que el adolescente atraviese crisis y tenga desencuentros y problemas, como padres hemos de poder ocuparnos, no como amigos, sino como personas adultas que puedan ser un referente para ellos. Si observamos conductas potencialmente peligrosas o destructivas (uso excesivo de redes sociales, problemas con la alimentación o el deporte, consumo de sustancias, malas relaciones de pareja o amigos, sexualidad problemática..), hemos de buscar apoyo profesional y dialogar con ellos. Los adolescentes necesitan sentir que pase lo que pase, estamos ahí para ellos. 

-Muy a menudo, los padres pueden tener puntos ciegos con sus hijos, reproduciendo herencias familiares patógenas o traumas. El adulto, ha de ser capaz de revisar como fue para él su propia adolescencia, para evitar reproducir con el hijo, las relaciones traumáticas vividas en su infancia y juventud, sólo de este modo dejará de proyectar en el hijo una mirada conflictiva (exigente, descalificadora, culpabilizadora, hiperprotectora o nula), para mirar con cariño, afecto y respeto.

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